Tomado de Tumblr

domingo, 3 de julio de 2011

¿Te acuerdas de esa tarde? Aquella en la que estábamos sentados en el parque que quedaba cerca a mi casa. Claro, fueron tantas. Solo que esta fue diferente. Tu novia llego histérica a reclamarte porque pasabas más tiempo conmigo que con ella. Cuando ella se iba, llegabas a mi casa, a sentarte conmigo en la terraza a tomar unas cervezas a escondidas… aunque al final ya no nos importaba si mis padres se enteraban, éramos adolecentes y romper las reglas estaba bien, porque nos hacía sentir con vida.

Ella me odiaba, en su mente solamente me maldecía y decía palabrotas que nunca pensé que su cerebro fuera capaz de captar, y mucho menos de comprender su denotación.  Yo simplemente me le reía en la cara, le dejaba decirme todo lo que quisiera y me regodeaba con su frustración de que siempre serias mío, porque los mejores amigos como nosotros nunca se olvidan y todo se perdona. Incluso cuando aquella tarde, le cortaste y me besaste, solamente porque su cólera era mejor si hacia parecer que la engañabas. Y como no. Te seguí el juego, porque el sabor de tus labios era una adicción, una que no era fácil de dejar.

Ouch.

Aquella cachetada me dolió hasta a mí. Su vocabulario cobro vida. Fue como si hubiera leído todo el diccionario de maldiciones.

Y solo para demostrarle que ya ni importaban sus numerosos berrinches sin sentido, te bese. Como cuando una persona desea a la otra con tanta pasión como para arrancarle los labios. Su cara no tenía precio. Y se fue. Jurando venganza. Una que nunca cumplió. Me separe de ti limpiándome un poco la boca y descaradamente lamiendo un hilillo de baba que salía por tu boca. Estallamos en carcajadas y fue entonces cuando nos dimos cuenta que era verdad. Que no era un simple juego y que a los únicos que engañábamos era a nosotros mismos.

Sin embargo éramos mejores amigos y nosotros nunca nos olvidamos y todo nos perdonamos.