Un día de estos apareceras muerto. Frente a tu casa. Y tendras tatuado en la piel todas las promesas que te hice. Te sorprenderán. Porque no te acordarás de la mayoría, que son las que cumplí. Tu sólo recuerdas las que no realicé pues estaba demasiado rota tratando tragarme las lágrimas e intentando causarte el menor daño pues sabía que fallaría.
Cuando caigas en cuenta será demasiado tarde.
Y el manicomio solo será un pequeño precio por la enorme satisfacción de saberte muerto.