Me encontraba situada nuevamente en aquel lugar que tanto conocía, donde esa persona tan querida para mí, me había enseñado que podía ser un paraíso en vez de ser un purgatorio, donde dejar volar mi imaginación, era parte de experimentar la esencia de aquel lugar. Comencé a recorrer sus infinitos pasillos que conducían, cada uno, a un lugar diferente donde mi mente podía encontrar millares de posibilidades para escapar, iniciando la labor de encontrar un mundo a la que mi mente y la de mi ser querido quisieran escapar, leyendo cada título que mis ojos encontraban y buscando en los recovecos imaginables que encontraba a cada paso que daba sin preocuparme por el tiempo, pues con afanes nunca se llega a ningún lugar.
-Me quiero ir ya- chilló Abi.
-Entonces vete- le conteste mientras mis ojos no dejaban de trabajar.
-No te voy a dejar sola. ¿Cómo es que no te aburres? Entre tantos libros mi mente se marea sin ni siquiera leer los títulos de estos libros, son tantos, que ni buscar uno especifico puedo.- dijo mientras se recostaba sobre un estante.
-Espérame en una mesa, o en la cafetería, pero no me apresures, esta vez le quiero llevar el indicado, no como el anterior que no lo pudo disfrutar.- le conteste.
-Alicia, vámonos ya ¿sí?
- Abi, media hora más, por favor, te juro que lo encuentro, o si no nos vamos- le dije, no quería fallar esta vez, se lo debía.
-Está bien, pero media hora, ni un minuto más, ni un minuto menos- dijo mientras se colocaba de pie y se dirigía hacia las mesas donde poca gente leía. Me apresure entonces un poco en buscar un libro indicado que pudiese ser de su agrado, busque por muchos pasillos, mas no lo encontraba, me sentía frustrada y desanimada. Rindiéndome, me dirigí hacia donde Abi se encontraba, sentándome en la silla del lado fuertemente y con una expresión triste. Dirigí una mirada de reojo a lo que Abi leía; una revista. Deje que mi cabeza callera torpemente sobre la mesa, generando un fuerte sonido, ella me dedico una sonrisa de ánimos, de aquellas que te hacían pensar “si puedo” y levantarte a seguir luchando, le hice caso a su sonrisa con un poco mas de ánimos esta vez y seguí con mi búsqueda, recorriendo los pasillos de esta estancia un poco más de prisa pero a la vez con un ojo mas analítico, pude apreciar como un joven de no más edad que yo devolvía un libro al señor que atendía y que inmediatamente me llamo la atención, esperando a que se fuera aquel joven, me dirigí hacia donde estaba el Señor Hans, al cual le dirigí una sonrisa y me paso aquel libro que el joven acababa de devolver, leyendo rápidamente la contraportada.
El Señor Hans había sido amigo de mi abuelo desde la infancia, y siempre que mi abuelo quería leer algo iba a ese espacio tan especial, recuerdo que de pequeña me preguntaba a donde se dirigía mi abue el fin de semana exactamente a las dos de la tarde, y cada vez que le preguntaba simplemente me respondía: “a un lugar mágico” dejándome con la misma intriga que desde el principio. Hasta mis siete años de edad que me había enseñado a leer de seguido, no me llevo con él hasta ese lugar mágico, enseñándome su magia. Desde esa edad entonces comencé a leer a montones, ese era mi pasatiempo, nunca me llevaba a una librería si no que siempre me llevaba al lugar donde en estos instantes me encontraba, me decía que comprarlos solo hacía que continuaran su producción para completar una colección en la casa de las diferentes familias, donde terminaban dañados u olvidados, que aquí pasaban de diferentes dueños pero siempre regresaban al mismo lugar donde no eran olvidados, sino mas bien: atendidos.
Le entregue mi carnet de estudiante al Señor Hans y me lleve el libro, fijando la fecha de devolución hasta dentro de una semana. Regrese donde Abi se encontraba y partimos hacia el parque dejando atrás al señor viejo y canoso que atendía aquel lugar donde las posibilidades eran infinitas.
La biblioteca.
Una vez encontradas en el parque, compramos dos helados de vainilla y nos sentamos en los columpios.
-Ali, ¿qué libro escogiste esta vez?- me pregunto Abi, siendo cotilla como solo ella podía ser.
-No recuerdo el título, pero si se que le gustara, no recuerdo haberle llevado un libro como este, es… diferente, supongo-le respondí, muy concentrada en mi helado y en columpiarme.
-Mándale mis saludos, te acompañaría pero sé que él solo disfruta de tu visita- me sonrió amablemente.
-Está bien- y una vez acabado su helado, se fue a su casa con una sonrisa en los labios.
Abigail, más conocida como Abi, ha sido mi única amiga desde que tengo memoria, es una chica de contextura delgada, con el cabello negro y lacio hasta la nuca, sus ojos son azules, es muy inteligente y odia los deportes aunque le vaya bien en ellos, es coleccionista de cd’s, y le fascina la danza, cambia de ropa cada cierta temporada con el fin de encontrarse a ella misma sin la necesidad de parecer una loca adolecente, puede pasar de hippie a gótica, de vaquera a desarreglada y así sucesivamente. Siempre tiene una sonrisa que ofrecerme a mí y a todo el mundo, además de que es muy detallista.
Me levante de mi columpio y emprendí marcha hacia el hospital, donde se encontraba mi abuelo, con mi nueva adquisición en mi maleta me monte en el elevador hasta el piso en el que se encontraba. Entré como si fuera mi casa, sacando el nuevo libro- para nosotros- de mi maleta y esta dejándola al lado del muy incomodo mini sofá.
-Hola abue- lo salude y le di un beso en la frente.- mira lo que te traje.- le mostré el libro, me dirigió una sonrisa y me hizo un casi asentimiento con la cabeza de modo de saludo y para que comenzara con la lectura.
Me acomode de mi forma habitual en el piso, pues como ya había dicho antes, el mini sofá, era realmente incomodo, y como decían por ahí; la comodidad ante todo. Comencé con la lectura en voz alta, como todas las semanas hacia con el propósito de que mi abuelo no sufriera un ataque de aburrimiento como generalmente me daban a mí.
Pase horas leyéndole el libro y acomodándome en distintas posiciones buscando una no tan incómoda. Al finalizar me dijo:
-Ese libro lo escribí yo.
-¿Enserió?- le pregunte, pues me parecía broma.
-Sí, mira la foto, ese soy yo a mis cuarenta años, lo escribí en honor a tu abuela- mire la fotografía, la cual era idéntica a una que estaba en mi casa, sintiéndome maravillada por tener enfrente mío al autor de aquella obra tan perfecta, y sintiéndome cohibida por tener su sangre en mis venas ¿sería yo capaz de escribir un libro como él?
- Siendo así, os pido que lo firméis, una oportunidad como esta, no se puede desaprovechar.- saque un sharpie de mi maleta y se lo coloque en las manos, me sonrió y lo firmó.
-Señorita Alicia, ya se debe de ir- dijo una enfermera entrando a la habitación.
-Está bien- le respondí recogiendo mis cosas, ella salió y nos dejo nuevamente a los dos solos- ¿si te gusto este libro?- le pregunte.
-El escritor no me callo muy bien- dijo en broma.
-Yo amo a este escritor, sobre todo porque es mi abuelo- le dije
-Me gustaría conocerlo.
-Creo que ya lo haces- camine hasta su lado y le di un beso en la frente como cuando había llegado- chau. Te veo mañana- Salí dejándolo solo nuevamente en aquella habitación tan blanca y tan solitaria, solo esperaba a que se mejorara pronto.
Llegue a casa y salude a mi madre, mi padre estaba de viaje en nueva york, comimos en silencio y cada una se fue a hacer sus cosas, ella a lavar la loza y ver televisión, y yo a hacer mis deberes para el día siguiente, y tocar mi guitarra entonando los acordes del titác.
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Ok, este es lo que estaba escribiendo,
asi que decidi empezarlo a subir por aki, realmente, asi tengo una historia y un poquito de todo y no me debo apurar para publicar ni nada.
Lo tengo mas actualizado por asi decirlo...
espero les guste xD
Con mucho amor lo hice...
Pioshy
2 comentarios:
me encanta, es una buenisima historia... creo que deberias de decircarte a vender y escribir libros, te iria muy bien jaja
cuidate Pioshy
besitos
ojala hablemos pronto :)
Ya ves? Estoy de acuerdo con Murush, dedícate a los libros! xd
Me encanta la historia, no sabes lo mucho que me recuerda a mi abuelo la parte del hospital (:
Sigue escribiendo Pioshy! ;D
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