Es increíble lo que la vida puede hacer contigo en pocos instantes. Ella planea tu rumbo observándote, analizándote, detallándote y tratando de comprenderte. Definitivamente no planea cosas buenas para ti, porque entonces no conocerías la verdadera razón de ser de la felicidad, pero también se emociona con las dosis de dolor y de sufrimiento. Piensa que entre más te dé de que lamentarte más feliz serás en aquellos momentos inolvidables, sin embargo aquello que no es capaz de comprender es que cada persona tiene un límite, un punto en el cual se tiene que detener porque no es capaz de ir mas allá de aquello. No es tan sencillo romper esos límites, no cualquiera los hace, no todos los conocen, no todos se atreven a fracasar con la esperanza del éxito especialmente porque nadie hace nada más de lo que es necesario.
La vida planea una historia para ti, entrelaza destinos y crea coincidencias, ella espera que algún día tengas la capacidad para que se la cuentes a alguien, para que narres lo bello de los momentos y como la decadencia de tu alma hizo que cada alegría fuese tan especial. No tiene en cuenta de que probablemente no te vayas a reír de todos los malos ratos, que no veas que tan hermosos hicieron esos momentos y mucho menos lo que te pueden causar ante una sobredosis de malos ratos.
Por eso colocamos un pare a la vida y tomamos esos instantes de silencio que nos permiten aclarar la mente y reflexionar sobre todo un poco. Esos momentos que te hacen sentir que encuentras la paz, y eres feliz con la sencillez del mundo, con la vida natural y con el flujo de las cosas. Es por esos que nos enfocamos tanto en creernos aquello de que somos los dueños de nuestro destino y que nosotros forjamos nuestro futuro, queremos poder tener en nuestras manos el control de las cosas y poderlas manipular a nuestro antojo.
Esto es para ti y para mí: no puedes controlar aquello que no entiendes y que nunca entenderás, porque te crees superior a lo que realmente es como para verlo con total claridad.