Se los voy a confesar, desde que me lei el libro Lovebook de Simona Sparaco y mensionaron este hermoso beso tube unas enormes ganas de saber de que se trataba.
Esta foto fué tomada por Robert Doisneau, el cual fue un frances que nacio en París el 14 de abril de 1912 y murio el primero de abril de 1994 (Que triste que mueriera cerca a su cumpleaños, almenos no fue como Rafael Sanzio que murio en su cumpleaños con 37 años) fotografo que según la leyenda,en 1950 estaba sentado con su Rolleifex en la mano, se dice que acciono su camara y tomo una foto a la multitud y que este fue el resultado, se dice que era el beso de unos amantes prohibidos.
Sin embargo Robert desmintio esto en 1992 diciendo la verdad sobre esta foto, dijo que esta foto no fue tomada al azar, este beso era de una pareja de enamorados que se encontraban por los alrededores, Robert, les pidio que posearan para la foto, prometiendoles una copia de esta como agradecimiento.
Resulto que esta mujer del beso es nada mas y nada menos que Fraçoise Bornet, actriz francesa, en esos tiempos andaba con Jacques Carteaud, tambien actor.
Robert se definia a si mismo como un "Pescador de imagenes" que como un "Cazador de imagenes", siempre gusrdaba cierta distancia con sus sujetos de las fotografias.
En sus fotos, buscaba siempre una anecdota de cortas historias de amor, Sus fotos siempre estaban colmadas con un poco de Humur, de Nostalgia, de Ironia y de Ternura.
Robert fué uno de los mas grandes cronistas de una París que existio, y que a todo aquel que sepa buscar, podra encontrarla de nuevo en algunas partes de esta ciudad.
De verdad, de muchas fotografias que he podido apreciar, esta en la que mas me gusta, pues no simplemente nos muestra una pareja de enamorados "eternamente" enamorados, si no que tambien nos enseña la escencia de París en todo su ambiente romantico, ademas de que parece un beso extremadamente casual, y lleno de pasion.
Sinceramente me parece que es una de las fotos mas importantes para la historia, pues nos hace recordar a esa antigua París, aun no extinta del todo, ademas de ¿Quién no querria una foto así con el amor de su vida? Siendo yo, la protagonista de esta hermosa obra de arte, me sentiria alagada y llena de felicidad y orgullo, primero por poder conocer a este gran fotografo, si noq ue tambien de aparecer en la foto ams famosa del mundo, que vendio mas de 400.000 copias y que una foto importante puede vender 15.000.
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Amores, siendo no mas, me despido de vosotras con mucha alegria al saber que os pude comunicar este mensaje...
Les quiero contar que me siento una completa hereje por no leerme Romeo Y Julieta, pero me he visto la pelicula y les queiro decir que la parte que mas me gusto y me cautivo fue:
Acto II
Escena II
(Desde el balcón, sale Julieta con su camisón de dormir, con el pelo suelto, nerviosa, volteando a ver el cielo estrellado, mientras murmura…)
JULIETA.— ¿Cómo?, ¿mi único amor, nacido de mi único odio? Hasta hace muy poco que no te conocía, ahora que te conozco y ya es tarde no puedo vivir sin ti: ha nacido el amor, ¡la fuerza brutal que me obliga a amar a quien es mi enemigo!
(Se oye la voz de la Nana).
NANA.— ¿Qué dices pequeña, de qué te quejas?… ¿qué es lo que dices?
(Entra abajo en el escenario Romeo, como si estuviese buscando dónde se encontraría su amada… al voltear hacia un lado donde se ve la luz de la ventana del dormitorio de Julieta… se quita la máscara… dice pausadamente como si estuviera hablando consigo mismo.)
ROMEO.— ¿Qué luz es esa que se asoma por la ventana? ¡Ah! ¡Es el Oriente y Julieta es mi Sol! Amanece tú, Sol… mata a la envidiosa Luna que siempre está enferma y por eso vive pálida de dolor, pues que tú, doncella en belleza, la aventajas… ¡Es ella, sí… es ella… ¡ay!… es mi amor! Si supiera que estoy aquí… Habla y no dice nada… pero qué importa: veo que hablan sus ojos y son a ellos a los que les voy a responder… Dos estrellas del cielo entre las más hermosas han rogado a sus ojos que, en su ausencia, brillen en las esferas hasta su regreso… ¡Ah!, ¡si habitaran su rostro las estrellas!, el brillo de sus mejillas podría sonrojar a las estrellas, como si fuese la luz del día que nos ilumina como si fuera una lámpara. Entonces, sus ojos en el cielo alumbrarían tanto los caminos del aire que hasta los pájaros se pondrían a cantar engañados creyendo que ya no es de noche.
Miren, cómo sostiene su mano la mejilla. ¡Ah!, si yo fuera guante con esa mano podría acariciar su rostro!
JULIETA.— ¡Ay de mí!
ROMEO.— ¿Habla acaso? —voltea a ver al público su cómplice— habla ángel mío, habla otra vez…
JULIETA.— ¡Oh, Romeo, Romeo! ¡Si fuese otro tu nombre! ¡Reniega de él! ¡Reniega de tu padre! O jura al menos que me amas y, entonces, dejaré de ser una Capuleto.
ROMEO.— ¿Debo escuchar o le hablo ahora mismo? (Dice al público, su confidente).
JULIETA.— … ¿Qué es un Montesco? La mano… ¡no!, ni es el pie, ni el brazo, ni la cara, ni cualquiera otra parte de un joven tan bello como él… ¡Si fuese otro tu nombre! ¿Qué hay en un nombre? Lo que conocemos como rosa, aunque tuviese otro nombre mantendría su perfume; de ese modo Romeo, aunque Romeo nunca se llamase, conservaría la misma perfección, la misma… Romeo, dile adiós a tu nombre, pues no forma parte de ti; y a cambio de ese nombre, tómame a mi, toma todo mi ser… (Asomándose Romeo más al balcón de Julieta.)
ROMEO.— (Ahora sí dirigiéndose a ella) Te tomo la palabra… Llámame sólo «amor» que este será como mi nuevo bautismo…
JULIETA.— ¿Quién anda ahí? ¿Quién eres tú, cubierto por la noche, que me sorprendes en mis confidencias?
ROMEO.— … Mi nombre, —cielo mío— yo mismo lo detesto, pues sé que es tu enemigo. Si fuese una palabra escrita, ahora mismo la rompería…
JULIETA.— ¿Cómo es que llegaste aquí? (Voltea a ver su cuarto como para que nadie los descubra). Es tan alto el muro del jardín que es difícil de escalar; una muerte segura, siendo tú quien eres, pues si alguno de los míos alcanzara a encontrarte…
ROMEO.— Con las alas livianas del amor salté estos muros, pues para el amor no hay obstáculos de piedra, y lo que el amor puede, eso lo ha de intentar mi amor.
JULIETA.— … La máscara de la noche, lo sabes, es la que cubre mi rostro y al rubor virginal de mis mejillas, al saber que has oído todo esto que dije.
¡Ah!, ¡si pudiera guardar la compostura! ¡Si pudiera negar lo que he dicho! ¡Fuera, tú, fingimiento! ¿Me amas, Romeo? ¡Sí! Ya lo sé, dirás que sí, y te tomo la palabra y si juras, seguro que vas a jurar en falso… Del perjuro del amor, dicen que se burla el mismo Júpiter. ¡Oh, Romeo gentil! Di que me amas, dímelo de verdad y, si piensas que soy una presa fácil, te voy a fruncir el ceño y seré perversa y te diré que no, y tu tendrás que cortejarme. ¡Así será, te lo juro!… Tendría que ser más cauta… ¡no lo soy!, ¡no puedo serlo! Oíste mi pasión y mis palabras, sin que yo lo advirtiera. Perdóname; no pienses que esta inconsciencia prueba que es liviano este amor surgido de las sombras de la noche.
ROMEO.— Julieta, por la sagrada Luna, te juro…
JULIETA.— ¡No jures por la Luna!, no, la Luna es inconstante, cambia cada mes en su órbita redonda, no sea que tu amor, como ella, se vuelva caprichoso.
ROMEO.— ¿Por quién he de jurar?
JULIETA.— ¡No has de jurar por nadie! O si lo haces, hazlo por ti mismo… tú que eres ese dios que adoro… Sólo entonces te creeré. ¡No, mejor, no jures! De todas maneras aunque seas mi alegría no encuentro gozo en este pacto nocturno, tan repentino, tan sin aviso y temerario como el relámpago que muere antes de que digamos… ¡Un rayo! Amor… buenas noches… este amor está tierno, madurado por el aliento del otoño, será una hermosa flor cuando nos encontremos otra vez.
Buenas noches… tenga tu corazón un dulce reposo, como el que quepa dentro de mi pecho.
ROMEO.— ¿Cómo, así me vas a dejar?
JULIETA.— ¿Qué otra cosa quieres tener esta primera noche?
ROMEO.— Dame tu amor, que yo te daré el mío.
(En eso se oye la voz de la Nana que la llama.)
NANA.— ¡Julieta!, ¡Niña!…
JULIETA.— Ya voy nana… voy… un momento… (Voltea para ver a Romeo parado en las orillas del balcón.)
Tres palabras Romeo y me despido: si he de creer en tu amor, si en verdad me deseas como esposa, dímelo mañana que te enviaré un mensajero, dime lugar, día y hora de la ceremonia… Pondré a tus pies cuanto poseo y te seguiré, amor mío, mi dueño, por donde vayas en este ancho mundo…
NANA.— ¡Julieta!, ¡Milady!… (Con voz meliflua.)
JULIETA.— ¡Ya voy! ¡Ya voy Nana!…, espera un momento… (Voltea a ver a Romeo en el balcón.) Pero si tu amor no fuera honesto… te suplico…
¡Ya voy Nana, ya voy!… te suplico que no me hables más y que me abandones a mi llanto… (Le manda, despidiéndose un beso con la mano y se mete a su cuarto.)
ROMEO.— ¡Mil veces lo peor si me falta tu luz!
(Entra Julieta a su recámara y vuelve a salir a escena, corriendo, sofocada de miedo. Se asoma al balcón.)
JULIETA.— ¡Romeo! ¡Romeo!
ROMEO.— ¿Paloma?…, ¿me llamas, amor?
JULIETA.— ¿A qué horas he de enviarte un mensaje mañana?
ROMEO.— Alrededor de las nueve, ¿te parece?
JULIETA.— Ahí estará, parece que faltan veinte años… no recuerdo para qué te llame…
ROMEO.— Aquí me quedaré hasta que lo recuerdes… ojalá lo olvides y así siempre …
JULIETA.— Debes marcharte… Ya amanece… Buenas noches, buenas noches… Es tan dulce la pena al despedirse que así diría hasta el amanecer… (Ella se queda en el balcón y él desciende al piso… la luz del escenario va apareciendo como la de un amanecer: rosa, amarillo profundo.)
No les parece divino???
Practicamente lloro cada vez que lo leo...
Hasta que el sol vuelva a aparecer y viento me traiga de nuevo con ustedes..
Att: Cora!
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